Henry Kissinger, ex secretario de Estado de Estados Unidos, murió el miércoles 29 de noviembre a los 100 años de edad, en su residencia de Connecticut.
Su empresa consultora, Kissinger Associates, informó el fallecimiento del estadista y académico en un comunicado.
Kissinger, uno de los principales artífices de la política norteamericana durante la Guerra Fría, fue asesor de seguridad y luego secretario de Estado. En 1973, recibió el premio Nobel de la Paz, compartido con el diplomático norvietnamita Le Duc Tho, por su papel clave en los acuerdos de paz de París que sellaron la retirada de las tropas norteamericanas de Vietnam.
Sin embargo, la decisión de entregarle el premio fue muy controvertida, porque, entre otras atrocidades, recomendó los bombardeos aéreos secretos que Estados Unidos llevó a cabo en Camboya, país al que acusaba de dar ayuda a los guerrilleros comunistas de Vietnam.
En la guerra de Vietnam murieron unos 58.000 soldados estadounidenses y más de dos millones de vietnamitas, la mayoría civiles, entre ellos muchos niños y mujeres. Kissinger jamás condenó la matanza, causada en gran medida por la estrategia predominante en Washington —de la cual Kissinger fue uno de los principales promotores— de detener el avance del comunismo en el mundo a toda costa. A despecho de esa estrategia, que marcó la política norteamericana durante los años de la Guerra Fría, los vietnamitas del norte alcanzaron la victoria, el país se unificó bajo la dirección del Partido Comunista en 1975, y hoy, paradójicamente, aunque el mismo Partido Comunista sigue en el poder, mantiene relaciones normales con Estados Unidos. Washington pudo haber ahorrado tanto sufrimiento al pueblo vietnamita si la visión geopolítica de sus estrategas, como Kissinger, no hubiera sido tan despiadada.
Otros hitos que marcaron la carrera de Kissinger fueron la normalización de las relaciones de Estados Unidos con China, y el logro de la política de distensión con la Unión Soviética conocida como détente, hazañas diplomáticas que contribuyeron a alejar al mundo de una confrontación que podría haber tenido consecuencias catastróficas.
Pero su obsesión contra el socialismo lo llevó a apoyar a violadores de los derechos humanos. Cuando el marxista Salvador Allende ganó las elecciones presidenciales de Chile en 1970, Kissinger le dijo al entonces presidente estadounidense Richard Nixon que la elección de Allende era “uno de los desafíos más serios jamás enfrentados en este hemisferio”. Apoyó el sangriento golpe de Estado que el general Augusto Pinochet llevó a cabo en Chile, en el cual el presidente Allende murió enfrentando a los golpistas. Más tarde, en 1976, le dijo a Pinochet que había hecho un gran servicio a Occidente al derrocar a Allende.
Kissinger también respaldó la “guerra sucia” lanzada por la dictadura militar en Argentina, que dejó más de 30.000 muertos o desaparecidos, una vez más con el pretexto de frenar el avance del socialismo.
El frío y calculador artífice de la geopolítica norteamericana nació en Alemania en 1923, emigró con su familia a Estados Unidos en 1938, huyendo de la persecución nazi contra los judíos, y se hizo ciudadano estadounidense en 1943. Reclutado por el ejército de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, prestó servicios como intérprete de alemán para la contrainteligencia norteamericana. Fue secretario de Estado en el gobierno de Nixon y en el de su sucesor, Gerald Ford. Tras la victoria electoral del demócrata Jimmy Carter en 1976, Kissinger salió del gobierno y perdió en gran medida la influencia directa que hasta entonces había tenido en los centros del poder de Washington. Fundó una firma de consultoría para asesorar a miembros de la elite acaudalada mundial, integró foros de política exterior y seguridad, y fue un comentarista muy leído y escuchado de asuntos internacionales.
¿Cómo lo recordará la historia? Posiblemente como un brillante y a la vez implacable estratega de la realpolitik, que influyó decisivamente en el rumbo de la política de Washington durante la Guerra Fría y consiguió logros notables como la normalización de las relaciones de Estados Unidos con China, pero que también apoyó golpes de Estado, crímenes de guerra y dictaduras con un pésimo historial de derechos humanos.
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