Invictus: sentencia psicológica de William Ernest Henley sobre cómo enfrentar las situaciones adversas de la vida

invictus-sentencia-psicologica-de-william-ernest-henley-sobre-como-enfrentar-las-situaciones-adversas-de-la-vida

 ARTE Y MENTE

soy el amo de mi destino: soy el capitán de mi alma”.

I am the master of my fate: I am the captain of my soul”.

Nelson Mandela (Madiva) sentenció: No hay camino fácil para la libertad en ningún lugar y muchos de nosotros tendremos que pasar por el valle de las sombras una y otra vez antes de llegar a la cima de la montaña de nuestros sueños. Con esta frase, muchos ideales y un poema titulado en la distancia del tiempo, Mandela supo sobrellevar los largos años de su injusta prisión.

Invictus[1] en latín. Inconquistable o Invicto en español, se nos presenta como una de las más genuinas creaciones del poeta William Ernest Henley (Agosto 23, 1849 – Julio 11, 1903). La luz la vio en 1875, pero no fue hasta más de una década después, cuando en 1888, es publicado en una serie de cuatro poemas titulada Vida y muerte, que se encontraba en Libro de poemas. De manera un tanto misteriosa y cuestionable el Invictus no tenía nombre y solo unas iniciales de letras como dedicatoria (A R. T. H. B.), haciendo referencia a un comerciante que era mecenas de algunos literatos. Hubo que esperar al año 1900 para que Arthur Quiller-Couch lo incluyera en el Oxford Book of English Verse bautizado con el nombre de Invictus.

Un poema nacido desde una cama de hospital, bajo las secuelas y las huellas de la tuberculosis de la cual era víctima el adolescente Henley. Los contratiempos y las pruebas que en ocasiones se consideran irrazonables, pero que por dicha nos presenta la vida a lo largo de nuestra existencia, resultan una de las causas que mayores dividendos rinde a la hora de parir ideas y crear un producto genuino capaz de devenir y convertirse en paradigma o ideario tanto para líderes como Mandela o para un terrorista de ultra derecha como Timothy McVeigh. El primero lo llevaba consigo en una hoja de papel durante su prisión, mientras que el otro lo recitó como sus últimas palabras antes de ser condenado a muerte.

El inicio del poema expresa con la sutileza metafórica única del poeta, el complejo entramado psicológico que envuelve a estas mentes maravillosas. Cuatro versos que demuestran una personalidad indomable y manifiestan su carácter proactivo ante la incertidumbre de la pena que lo invade. No espera a que las cosas sucedan, más bien hace suceder las cosas expresándose a través de la poesía. Las dificultades convirtieron a William Ernest Henley en un ser con la virtud de la resiliencia y de esta manera comienza su enunciando:

Más allá de la noche que me cubre,

negra como el abismo insondable,

doy gracias al Dios que fuere

por mi alma inconquistable.

Sería interesante cuestionarse si la vida fue justa o no al hacerlo débil físicamente o si por el contrario su fragilidad constituyó el punto de convergencia hacia la fortaleza mental necesaria para enfrentar los problemas de salud que lo aquejaban. De cualquier manera supo enfrentar su realidad y armarse de paciencia, consistencia y madurez. Una segunda estrofa que reta al lector a realizar un pensamiento reflexivo. Henley desenmascara su personalidad extrovertida haciendo uso deliberado de su creatividad e ingenio, mostrando su capacidad para encontrar armonía pese a su condición de salud:

En las garras de las circunstancias

no he gemido ni llorado.

Sometido a los golpes del destino

mi cabeza sangra, pero está erguida.

El dolor se transformó en fortaleza incontestable. Cuando se vive sin ser intimidado, a sabiendas de la presencia real de la muerte, la apreciación de cada segundo de existencia aumenta a inestimables valores. Tal y como dice un versículo del Salmo 23: Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo… En el caso de Henley no se desentiende de sus miedos gracias a alguna figura divina. Más bien su autoconfianza, su seguridad, su amor propio, su perseverancia y optimismo, exactamente el propio William Ernest Henley es quien se apoya en Henley para demostrar que en nosotros mismos podemos encontrar la respuesta a cualquier interrogante. En nuestro interior poseemos todos los recursos para superar las adversidades, solo tenemos que estar decididos a utilizar dichas herramientas. Como expresara el poeta:

Más allá de este lugar de ira y llantos

donde yace el horror de la sombra,

la amenaza de los años

me halla, y me hallará sin temor.

No importa cuán estrecho sea el camino,

ni cuán cargada de castigos la sentencia,

soy el amo de mi destino:

soy el capitán de mi alma.

Un poema en forma de diatriba contra la letanía y el aplanamiento emocional que inunda al ser humano cuando se siente atormentado por las dificultades habituales que nos insiste en presentar la vida. Dieciséis versos capaces de aleccionar cualquier mente inestable y confundida. Poesía del más alto calibre que inspira a hacernos cargo y responsables de nuestra propia existencia. William Ernest Henley sabía que su sentencia estaba destinada para vivir una vida dolorosa y corta, por esa razón nos regala la oportunidad de reflexionar y hacer introspección a través del ejemplo que nos hereda de su alma inconquistable.

[1] Versión original:

Out of the night that covers me,

Black as the pit from pole to pole,

I thank whatever gods may be

For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance

I have not winced nor cried aloud.

Under the bludgeonings of chance

My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears

Looms but the Horror of the shade,

And yet the menace of the years

Finds and shall find me unafraid.

It matters not how strait the gate,

How charged with punishments the scroll,

I am the master of my fate:

I am the captain of my soul.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *