Fracaso del mercado: la crisis climática y los límites del capitalismo

Nueva Sociedad 316 / Marzo – Abril 2025

La baja de los costos de la energía solar y eólica no ha acelerado la transición energética. La clave reside en la producción de electricidad, que sigue dependiendo en gran medida de combustibles fósiles. De este modo, los avances técnicos y la magia del mercado no alcanzan para darle un empujón a la historia en una dirección proambiental.

Kate Aronoff

Brett Christophers

Adam Tooze

<p>Fracaso del mercado: la crisis climática y los límites del capitalismo</p>

El debate entre Brett Christophers y Adam Tooze, moderado por Kate Aronoff, sobre la crisis climática –antes de la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca– es crucial para entender las complejidades de la transición energética1. Si producir electricidad a partir de fuentes renovables se ha vuelto en todo el mundo progresivamente más barato –en relación con los combustibles fósiles–, la transición a la energía verde se está produciendo con demasiada lentitud, si es que se está produciendo. Salvar el planeta no es todavía suficientemente rentable.Kate Aronoff¿Podría describir algunos de los temas y argumentos de su libro, The Price Is Wrong [El precio es erróneo]?

Brett ChristophersLa mayoría de las emisiones antropogénicas de gases de efecto invernadero se componen de dióxido de carbono, y la mayoría de esas emisiones de dióxido de carbono provienen de la quema de combustibles fósiles. La mayor fuente de emisiones de combustibles fósiles es la generación de electricidad, por lo que la generación de electricidad está en el centro de la crisis climática. La electricidad va a ser aún más importante debido a la forma predominante en que el mundo está abordando la descarbonización: la idea básica ha sido electrificar tanto como sea posible en el transporte, los procesos industriales, los edificios, la calefacción, etc., tratando de generar esa electricidad sin quemar combustibles fósiles. La electricidad se considera la solución.

Pero ¿cómo nos está yendo a escala mundial con respecto a la descarbonización de la electricidad? Desde una perspectiva optimista, la descarbonización está ocurriendo mucho más rápido de lo que pensábamos. Los gráficos muestran una rápida curva ascendente en la inversión en nueva capacidad renovable y en la generación de electricidad a partir de energías renovables.

Pero la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles sigue aumentando, con independencia del crecimiento de las energías renovables. Durante varios años, los pronosticadores energéticos han dicho que la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles estaba alcanzando su máximo. Lo dijeron en 2021, 2022, 2023 y 2024, y aún no ha sucedido, por muchas razones, entre las que destaca la creciente demanda mundial de electricidad de cualquier tipo. Por lo tanto, es difícil plantear que estamos teniendo éxito a escala global en la descarbonización de la electricidad. Estoy seguro de que la generación de electricidad a partir de combustibles fósiles alcanzará su punto máximo en cualquier momento, pero incluso entonces, si solo disminuye lentamente, seguiremos fracasando. El último informe World Energy Outlook de la Agencia Internacional de la Energía indica que en todo el mundo estamos muy lejos de donde deberíamos estar en términos de crecimiento de las energías renovables para alcanzar el cero neto para 2050, y el objetivo del cero neto se basa en todo tipo de suposiciones sobre el éxito de diversas tecnologías de emisiones negativas2.

¿Por qué la descarbonización de la electricidad está ocurriendo mucho más lentamente de lo necesario? En primer lugar, cuando se trata de la descarbonización de la electricidad, estamos apostando todo a la energía solar y eólica. Hay países en los que las energías nuclear, hidroeléctrica y geotérmica son importantes, pero esas tecnologías no harán la mayor parte del trabajo de descarbonización. Sin embargo, se espera que la energía solar y eólica aumente de 13% de la generación de energía actual a más de 50% o 60% a mediados del siglo xxi.

En segundo lugar, confiamos mayoritariamente en el sector privado para lograr la descarbonización. Eso no significa que los Estados no estén haciendo nada: los Estados diseñan y regulan los mercados eléctricos y proporcionan apoyo y subsidios para incentivar a los actores del sector privado a acelerar la descarbonización. Pero los Estados no están actuando por sí mismos, con algunas excepciones notables (China es la más significativa). No están poniendo la descarbonización en el balance público general a través de la financiación, la inversión, la propiedad y la explotación de parques solares y eólicos por parte del sector público. En su lugar, están dejando que lo haga el sector privado y ayudando a impulsarlo en la dirección correcta. Ese es el enfoque que se está adoptando en la mayoría de los países, incluido Estados Unidos.

En tercer lugar, confiamos en que el sector privado funcione en su forma actual. No ha habido una reforma significativa de las industrias y los mercados de la electricidad en las últimas dos décadas; ningún movimiento significativo para rediseñar la forma en que se compra y se vende la electricidad. Estas estructuras existentes están cada vez más liberalizadas y desreguladas.

Existe una narrativa dominante de que los obstáculos para una descarbonización más rápida son de naturaleza política y normativa, como la lentitud en la concesión de permisos para poner en marcha parques solares y eólicos. Los intereses nimby (Not in my back yard [No en mi patio]) son demasiado poderosos para obstaculizar nuevos desarrollos. Los intereses creados alrededor de los combustibles fósiles tienen demasiado poder para influir en las decisiones de los operadores de redes de transmisión. Para este discurso, es crucial la idea de que el problema no es económico, o al menos ya no lo es. Hace 20 años, era mucho más caro generar electricidad a partir de recursos solares y eólicos que a partir de la combustión de gas natural o carbón. Pero desde mediados hasta finales de la década de 2000, el costo de las tecnologías de generación ha bajado mucho y muy rápido, principalmente debido a los avances en China. A mediados de la década de 2010, era tan barato, si no más, generar electricidad a partir de energía eólica y solar que a partir de gas natural y carbón. En ese momento, habíamos resuelto eficazmente la economía y logrado la paridad de red. Por lo tanto, como iban las cosas, los obstáculos restantes solo podían ser de naturaleza política o normativa.

En mi libro, sin embargo, sostengo que este discurso es erróneo. Eso no significa que obstáculos como los permisos y los intereses creados no sean importantes. Pero la economía sigue siendo un problema, y el problema es de rentabilidad. No es útil considerar las energías renovables predominantemente a través de la lente del costo. Cuando nos fijamos en la rentabilidad, el despliegue de las energías renovables no es un negocio particularmente atractivo o fiable.No me refiero al lado de la producción, sino al desarrollo de parques eólicos y solares, la propiedad y explotación de esos parques y la venta de la electricidad que generan a lo largo de su vida útil (el equipo suele durar entre 25 y 30 años). Este aspecto del negocio tiene algunas características de rentabilidad complicadas, y eso es un problema en la medida en que dependemos del sector privado.

Cuando pensamos en la descarbonización de la electricidad, lo que ocurre en el Sur global es más importante que lo que ocurre en Norteamérica o Europa. Los sectores energéticos de los países del Sur global son mucho más intensivos en combustibles fósiles que los sectores eléctricos de los países del Norte global. Las proyecciones razonables sugieren que la mayor parte del crecimiento mundial futuro de la demanda de electricidad se concentrará en el Sur global, donde hay más por hacer y donde los desafíos económicos y financieros son mayores, sobre todo debido al mayor costo del capital.KA: Lo que encontré tan útil de The Price Is Wrong es que ofrece una forma de entender el enfoque más amplio que han adoptado los responsables políticos de eeuu y la Unión Europea, sobre todo en eeuu a través de la Ley de Reducción de la Inflación [ira, por sus siglas en inglés]. La ira fue un intento de atraer la inversión privada a través de unos 400.000 millones de dólares en incentivos fiscales para un amplio conjunto de tecnologías ecológicas, partiendo de la premisa de que muchos elementos de la descarbonización pueden transformarse en activos. El caso de la electricidad nos ayuda a pensar cómo se ve eso en otros sectores.

El ex-director del Consejo Económico Nacional, Brian Deese, quien fuera asesor de campaña de Kamala Harris, describió la legislación como un intento de «fomentar la inversión privada en energía limpia». Los incentivos fiscales hacen que las inversiones sean atractivas, explicó, «pero las empresas, junto con las cooperativas rurales, las organizaciones sin ánimo de lucro y otras, deben juzgar si les compensará invertir su propio dinero en una fábrica de hidrógeno o en un parque eólico. Al final, el éxito de la ley dependerá de su disposición a invertir a una escala que reduzca significativamente las emisiones que calientan el planeta y aumente la seguridad energética del país». Han pasado casi tres años desde la aprobación de la ira, y la ue ha adoptado sus propias versiones. ¿Cómo evaluaría este periodo del Zeitgeist de la política industrial verde? ¿Qué eficacia tienen la ira y otras políticas industriales verdes similares como herramientas para la descarbonización? ¿Son demasiado pequeñas para funcionar o tienen defectos fundamentales de diseño?

Adam Tooze: Uno de los aspectos fundamentales del libro de Brett es que es realmente una historia global. Sitúa el dilema que plantea en el contexto de la historia de la política de regulación energética mundial desde la década de 1990. Este libro debería utilizarse en cursos sobre neoliberalismo. Mientras que algunos de los modelos más desagregados de suministro de electricidad en eeuu y el Reino Unido se convirtieron en ejemplos para otros países, este modelo separa la generación de la red y la distribución minorista, que es donde se encuentran muchos de los problemas de incentivos. Parte del dilema en el Sur global es que el movimiento hacia una mayor desagregación continúa, mientras que en gran parte del mundo rico nos dirigimos en la dirección contraria, porque los problemas con la desagregación son muy evidentes. Esa es la matriz desordenada dentro de la cual debe operar la política.

Brett describe brillantemente los modelos de negocio de NextEra Energy y otros actores en el sistema estadounidense, que son cruciales para comprender la política de la ira. Explica la lógica contradictoria del desarrollo y la inversión en energía verde. Las nuevas inversiones en energía verde de alta eficiencia y bajo costo provocan una tasa de ganancia decreciente, en parte debido a los costos iniciales, mientras que los costos marginales posteriores son casi nulos, y en parte debido a la forma en que se fija el precio de la electricidad en los mercados mayoristas. El sector se está autocanibalizando: los generadores instalan una capacidad cada vez más eficiente y se encierran en subastas de carrera hacia el abismo [race-to-the-bottom] en las que venden electricidad a precio de costo más una fracción cada vez menor.

El verdadero problema de estos proyectos es que requieren mucho capital. ¿Cómo se financian por adelantado? Nadie en su sano juicio prestaría miles de millones de dólares para un activo cuyo valor depende esencialmente de los resultados altamente inciertos de la negociación sobre el precio de la electricidad. Como resultado, es muy difícil conseguir financiación para estos proyectos. Incluso si el costo nivelado parece genial, las centrales de gas siguen ganando en términos de financiación porque su flujo de ingresos es más predecible y sus márgenes de beneficio son más estables.

La política debe evaluarse en términos de si soluciona este problema. ¿Aborda la ira alguno de estos problemas básicos? Debido a que fue diseñada por grupos de presión y actores dentro de este sistema, como toda la legislación en eeuu, contribuye de varias maneras, en especial con la estabilidad. Soy escéptico con respecto a la ira, pero sus defensores me han enseñado que el aspecto crucial de la política es la previsibilidad del flujo de subsidios. Desde el punto de vista de los inversores en energías renovables en eeuu, la ira parece un compromiso público a largo plazo con una masa de subsidios más grande y predecible. Eso en sí mismo cambia las reglas del juego. No es un paso glorioso hacia un futuro posneoliberal, pero sí modifica el sistema de subsidios. Los resultados son innegables. Por ejemplo, aunque habría poderosas razones para construir el oleoducto de energías renovables de Texas (un proyecto que aún no está terminado) sin subvenciones, estas hacen que el proyecto sea más rentable.

Con este régimen de subvenciones, el gobierno estadounidense está empezando a arbitrar un acuerdo intraempresarial e intraelite. La estabilización real de los costosos proyectos de inversión en energías renovables se logra mediante acuerdos entre empresas, con compromisos de Google, Amazon y similares de comprar una cierta cantidad de energía a un precio determinado. Una vez que eso está asegurado en un proyecto, un banquero de inversión o un financista de capital privado dirá: «Este es un riesgo que podemos asumir, y el resto podemos cubrirlo, o algún sistema de subvenciones lo absorberá». Ha habido algunos cambios en los mecanismos a través de los cuales se arriesgan y se eliminan los riesgos de estos contratos.

KA: Brett, tengo curiosidad por saber qué ha escuchado de la gente del sector sobre lo que ha variado con la ira. ¿Cuáles han sido los cambios en los últimos años y cuántos de ellos son resultado de esta política?

BC: Cuando llegó la ira, ya existían incentivos del mismo tipo que los introducidos por la legislación. Pero llegó después de un periodo de gran incertidumbre respecto al mantenimiento de las subvenciones existentes. No había una visión a largo plazo, algo que el sector consideró problemático. La ira ofrece a los promotores de energías renovables tanto créditos fiscales a la inversión como créditos fiscales a la producción. Los amplió durante al menos los próximos diez años y elevó la tasa de crédito a su nivel original. Así, en efecto, la ira reimpulsó la rentabilidad para atraer inversiones.

Cuando miramos la ira de esa manera, no deberíamos haber esperado que hiciera mucho, porque no cambió fundamentalmente el panorama. Sospecho que lo que la ira está haciendo (o no) del lado de la fabricación en la industria es más significativo que sus créditos y subsidios para el despliegue de energías renovables. Los cambios importantes están ocurriendo en la forma en que la ira está modificando los incentivos para que los desarrolladores de energías renovables en eeuu compren a fabricantes con sede en el país o continúen importando desde Asia.

En otras partes del mundo, el Estado ha apoyado el desarrollo de las energías renovables sobre todo utilizando tarifas reguladas, mediante las cuales ofrece a los desarrolladores de energías renovables un precio fijo a largo plazo para la electricidad. El desarrollador acepta entonces la promesa del Estado y va al banco y dice: «Ahora puedes prestarme el dinero porque puedes ver que voy a poder vender mi electricidad a un precio que me permitirá pagar la deuda». Eso no ocurre en eeuu, por eso los acuerdos de compra de energía corporativos son tan importantes. Los créditos fiscales no ofrecen una fijación de precios a largo plazo, pero los acuerdos de compra de energía corporativos sí. Google, Amazon y Microsoft están desempeñando en eeuu el mismo papel que el Estado desempeña en otros lugares.

AT: Su análisis desglosa las ventas minoristas, la red, la generación y la financiación en cuatro pasos separados que tienen cuatro grupos de actores completamente diferentes. Algunos de ellos son desarrolladores de proyectos energéticos en cuerpo y alma; luego están las personas que tratan con clientes y tienen la obligación de suministrar energía; luego están las empresas como Amazon, que necesitan parecer ecológicas; y luego, regulando todo eso, está alguien que necesita ganar más de 7% u 8% de tasa de rendimiento y no le importa cómo se haga. Tienen equipos de analistas que hacen la investigación, pero en última instancia, pueden irse, y eso se cierne sobre muchos de los proyectos que describe. Con un sistema totalmente integrado, que es lo que tiene China, existe una urgencia por ampliar masivamente el suministro, lo que genera un impulso colectivo dentro del sistema para satisfacer la necesidad de más energía.

Esto me lleva a una cuestión de comparación. Si su argumento final es que las energías renovables no se desarrollan porque no generan dinero, mi respuesta sería: ¿cómo diablos se hizo para avanzar con el fracking [fracturación hidráulica]? Durante años, nadie ganó dinero con el fracking. Quizás me equivoque, y alguien de importancia crítica sí lo haya ganado. Pero ¿puede convencerme de que el gas es una apuesta más segura que un parque eólico?

Si miramos un poco hacia atrás y observamos la política energética estadounidense desde 2008, la gran noticia no es la ira ni las energías renovables; la gran noticia es que eeuu se convirtió en el mayor productor mundial de combustibles fósiles. La gente dilapidó miles de millones en estos pozos, y eso redujo el precio de la gasolina para todos, pero esto no hizo ganar dinero a nadie. Quizá alguien en la cadena está ganando dinero y por eso se mantiene. En Europa, nadie está invirtiendo en nada, mientras que en eeuu hay un experimento en curso que está transformando la inversión en fracking a escala global, junto con una inversión mediocre en energías renovables.

BC: Esa es una gran pregunta, y voy a responderla de una manera insatisfactoria porque no sé lo suficiente sobre fracking. El argumento que planteo es que existe un verdadero problema de rentabilidad con las energías renovables que se interpone en el camino de un despliegue más rápido; sin embargo, hay un despliegue, y ese despliegue puede entenderse de varias formas.

Hay actores que están bastante satisfechos con niveles de rentabilidad relativamente marginales. En muchos casos, no necesariamente con NextEra, sino con desarrolladores más pequeños, existe la voluntad de hacer algo ecológico, que no debemos subestimar. Esos desarrolladores, en muchos casos, son entidades empresariales que están dispuestas a aceptar riesgos. Como usted ha dicho antes, son las instituciones financieras las que no están preparadas para aceptar riesgos.

Mi investigación para este libro no hizo más que reforzar mi opinión de que gran parte del capitalismo se reduce a lograr fuentes fiables y justificables de poder de monopolio u oligopólico. Una cosa a tener en cuenta sobre la generación de electricidad, y específicamente la generación de electricidad renovable, es que es increíblemente competitivo vender un producto básico indiferenciado basándose únicamente en la competencia de precios.

Si los costos han bajado tanto, ¿por qué no aumentan los beneficios? Si eres un promotor de parques eólicos que ha visto cómo sus costos de generación han bajado 60% en los últimos diez años, pensarías que tus beneficios habrían aumentado. Pero tu capacidad para aumentar tus beneficios depende totalmente de tu capacidad para capturar o privatizar los beneficios de esas reducciones de costos. Sin embargo, eso no es lo que ocurre: esos beneficios se pierden en la competencia y se transmiten a lo largo de la cadena de suministro o hasta los consumidores. Por supuesto, eso es lo que quieren los consumidores: una transición ecológica sin que suban sus facturas de energía. Los responsables políticos quieren que las facturas de energía se mantengan bajas porque eso es lo que los ayuda a mantenerse en el poder, pero esas facturas de energía bajas son contraproducentes para la rentabilidad que incentivará nuevas inversiones.

AT: Ese es un argumento extremadamente antipático. Básicamente, está diciendo que nos estamos beneficiando de las ventajas ecológicas demasiado pronto y que, en cambio, deberíamos permitir que el capitalismo monopolista ecológico acumule más excedentes para que pueda seguir impulsando la inversión. Luego, de alguna manera, arbitramos el pacto social para no sufrir crisis de precios del combustible, y deberíamos ofrecer ayudas específicas a las personas con bajos ingresos mientras exprimimos a los consumidores con ingresos más altos.

BC: En parte, esto se debe a mi frustración con el argumento de que no debemos reducir el riesgo del capital. Si los mercados energéticos y los sistemas financieros permanecen como están, y si no reducimos el riesgo, no habrá inversión. Si hay que elegir entre proporcionar subsidios que garanticen un cierto porcentaje de rentabilidad para BlackRock en la inversión en energías renovables con el resultado de una rápida transición energética o, por otro lado, rechazar la atenuación de riesgos con el resultado de que no haya una transición energética, elegiré la primera opción siempre. El problema es que, políticamente, estamos limitados a ese conjunto de opciones.

KA: En eeuu, hemos escuchado cifras impresionantes sobre el despliegue de energías renovables, mientras producimos más petróleo y gas que nunca, principalmente debido al auge del esquisto. Podríamos ver a eeuu descarbonizarse hasta cierto punto en el ámbito nacional, al menos en el sector energético, mientras continúa exportando combustibles fósiles.[La investigadora] Emily Grubert y sus colegas han llamado a esto la «transición intermedia»: el sistema de combustibles fósiles se encuentra en un periodo de incertidumbre, lo que impone limitaciones al surgimiento de un sistema energético más limpio. Es una época caótica, y con menos planificación, se vuelve aún más caótica.

AT: Ese asunto de la transición intermedia es flagrantemente teleológico: sabemos que hay una transición, así que definimos nuestra posición actual en relación con el hecho de que estamos a mitad de camino. Es una construcción mental extraordinaria a la luz de las tendencias que estamos viendo. Ni siquiera hemos empezado con la descarbonización a escala global.

Por lo que puedo ver, la política estadounidense consiste en intentar una transición lenta, lo que significa que el país nunca tendrá que enfrentarse al enorme abismo entre tomarse en serio el clima y apostar por activos de combustibles fósiles marginalmente viables. Si Asia y Europa redujeran rápidamente la demanda de combustibles fósiles, se produciría un enorme problema de activos varados. Uno puede imaginar, como usted dijo, una especie de escenario bifurcado en el que el aire acondicionado en Texas funciona con energías renovables, pero todo el mundo sigue conduciendo camiones gigantes y seguimos exportando enormes cantidades de petróleo y gas, tal vez para petroquímicos en China (aunque China no comprará mucho petróleo como combustible en un futuro previsible porque la electrificación está ocurriendo allí velozmente).

BC: Parte del obstáculo económico con las energías renovables es simplemente el nivel de rentabilidad. Pero los rendimientos son siempre relativos, porque todos los actores capitalistas tienen a su disposición un conjunto alternativo de oportunidades de inversión, incluso si esa alternativa de inversión es simplemente dejar el dinero en el banco o ponerlo en valores gubernamentales libres de riesgo. Una tasa interna de rendimiento de 5% a 8%, que es en general lo que ofrecen las energías renovables, puede parecer atractiva para ciertos actores en ciertos momentos.

El grupo obvio al que no le ha parecido atractivo es el de las grandes empresas de petróleo y gas, que, en su negocio principal de petróleo y gas en fases iniciales, no se han movido por una rentabilidad esperada de menos de 15% en los últimos años. No tiene sentido para ellos hacer la transición a un negocio que genere rendimientos inferiores a la mitad de ese nivel, siempre y cuando crean que seguirán teniendo esos niveles de rendimiento existentes. Si creen que va a suceder algo, como una acción regulatoria, que afectaría esa rentabilidad a corto o incluso a mediano plazo, entonces, por supuesto, considerarían la transición.

En Europa, hubo un momento, hace unos cinco años, en el que bp y Shell creyeron, incluso temieron, que se iba a hacer algo que volvería sus negocios principales menos seguros a mediano plazo. En 2020, anunciaron que iban a hacer la transición. Sus planes de transición eran bastante modestos, pero dijeron que iban a reducir su producción de petróleo y gas, gastar más dinero en energías renovables, etc.

En mayo de 2021, la Agencia Internacional de la Energía puso su apuesta sobre la mesa y dijo: «Si vamos a alcanzar el cero neto, no debe haber nuevos desarrollos de petróleo y gas con licencia para su aprobación ni nuevas minas de carbón». Pero en una semana se habían aprobado 20 nuevos campos de petróleo y gas para su desarrollo. Las nuevas licencias llovieron como confeti por todo el mundo. Las empresas como bp y Shell lo vieron y decidieron que los gobiernos no se tomaban en serio en absoluto la adopción de ninguna de las medidas que habían temido, y dieron marcha atrás a sus planes de transición. Cuando empecé a estudiar seriamente la energía, a finales de la década de 2010, oí hablar mucho de los activos varados. Pero ya nadie habla de ellos, porque está claro que ninguno de ellos se va a quedar varado a corto plazo.

KA: Tanto la ira como el Pacto Verde Europeo se preocupan por proteger las industrias tradicionales intensivas en carbono, especialmente los automóviles en eeuu y Alemania. eeuu está acorralando a otros países para que rechacen los paneles solares chinos baratos y otras importaciones más baratas para algunos elementos de la descarbonización. ¿Hacia dónde vamos cuando eeuu intenta construir una alianza multilateral contra China?

AT: El libro de Brett tiene un enfoque simple pero brillantemente esclarecedor: reduce el problema a la electrificación, la generación solar y eólica, y si puede ser rentable para los inversores. El argumento del libro se pone en marcha durante la década de 2010, cuando ya hemos identificado la solución tecnológica: ahora estamos apostando todo a ello, y es demasiado tarde para hacer otra cosa. Pero con los vehículos eléctricos, ese no es el caso, y tampoco lo es con otras áreas de descarbonización que son difíciles de reducir.

Solíamos pensar en el desastre medioambiental como una tragedia de los bienes comunes. Hay demasiadas ovejas y no hay demarcaciones, así que las ovejas pastan por todas partes y se comen toda la hierba; si tuviéramos derechos de propiedad, acabaríamos con una mejor gestión de las ovejas y la hierba. Pero ¿y si el verdadero problema es la rapidez con que podemos criar un montón de ovejas que no coman hierba? ¿Qué incentivos son necesarios para crear ovejas que no coman hierba?

Si eres Volkswagen, ese es tu problema: ¿dónde es más probable que encontremos el entorno en que resolveremos de alguna manera el misterioso problema de fabricar un vehículo eléctrico? En Europa fracasaron. Debe ser en China, porque la empresa sabe que es el único entorno de aprendizaje en el que realmente estarán en la siguiente fase de producción de automóviles.

La política estadounidenses para la fabricación de vehículos eléctricos, dejando afuera a los chinos, solo funcionará si ofrece un escenario creíble que encaje con la estrategia corporativa, y ahora mismo eso es imposible de vender. Los actores locales están optando por no participar. Ford no es una empresa de automóviles, de todos modos; lo único que hace son camiones. gm se enfrenta a una elección existencial. Stellantis es esencialmente una empresa europea. La pregunta no es solo «¿qué tan rentable es esto en una cartera?», sino «¿cuál es nuestro futuro corporativo viable?». Eso requiere un proceso mucho más elaborado de visión colectiva. ¿Acero verde? ¿Cómo vamos a hacer eso? Nadie lo sabe todavía. Pero lo que sí sabemos es que China produce la mitad del acero del mundo. En el ecosistema del acero chino, algunos ingenieros geniales pueden estar trabajando en este tema, quizás vinculado con el hidrógeno verde. Si compras el billete estadounidense diciendo «Eso no es para nosotros», estás corriendo un gran riesgo.

Los estadounidenses dicen que se trata de reducción del riesgo y de márgenes de beneficio; no comprenden la seriedad de la elección estratégica. El hecho de que Boeing ya no pueda fabricar aviones seguros, o que Intel ya no pueda fabricar chips de alta gama, no es una simple cuestión de tasa de rendimiento. O más bien, como pensaban que era una cuestión de tasa de rendimiento, ya no pueden hacer nada de eso. Si estás en el negocio de la fabricación de alta gama, ¿por qué estarías en eeuu?

BC: En eeuu y Europa, las empresas tradicionales no han mostrado prácticamente ningún interés en las tecnologías de mitigación, o han retrocedido en sus compromisos con esas tecnologías. El único interés real que muestran esas empresas tradicionales es en las tecnologías de emisiones negativas. Las empresas petroleras y gasísticas están invirtiendo muchísimo en captura y almacenamiento de carbono en Luisiana, explícitamente para evitar la necesidad de transición. ¿Cómo se interrelacionan las políticas? En el caso del Reino Unido, el nuevo gobierno laborista parece apoyar la tendencia hacia las tecnologías de emisiones negativas.

AT: El Golfo de México será un centro de tecnologías de emisiones negativas, porque eeuu ya tiene una masa crítica allí. La red de tuberías de hidrógeno es mucho más sofisticada en ese lugar que en cualquier otro lugar del mundo. No es una coincidencia que el «Plan Marshall de Energía Limpia» de Brian Deese [consejero demócrata] especificara la energía geotérmica, el hidrógeno, la captura de carbono y la energía nuclear, que son áreas en que eeuu tiene auténtica ventaja: la energía nuclear es industrial militar, y las otras tres están directamente relacionadas con los combustibles fósiles. Los estadounidenses son muy buenos perforando, por lo que deberían ser líderes mundiales en ese campo.

KA: Deese sostiene que eeuu creará nuevos mercados para tecnologías de energía limpia de vanguardia en el extranjero; se centra en tecnologías incipientes, como el hidrógeno y la captura de carbono. ¿Hasta qué punto confía en que estos se conviertan en grandes sectores de exportación para eeuu?

AT: Hay un argumento en segundo plano aquí con la crítica de la economista Daniela Gabor a la «eliminación de riesgos» como una forma central de entender el momento actual. Hay dos formas diferentes de pensar en eso. El enfoque de Brett es el más directo, es decir, «podemos eliminar los riesgos correctamente y pensar detenidamente en las cuestiones de distribución, ya que, literalmente, no tenemos otras herramientas». Mi opinión, influenciada por las humanidades, es que tal vez todo sea una tontería. Cuando dicen que vamos a tener un Plan Marshall Verde, parece que viene de un buen lugar, pero luego los números y el análisis concreto muestran que es demasiado pequeño en órdenes de magnitud; nadie en su sano juicio puede tomarlo en serio.

La pregunta más modesta es si eeuu podría convertirse en un importante centro de innovación en esos elementos francamente marginales de la transición a la energía verde. Por supuesto que podría. Encuentras a un pionero y lo incentivas; asustas a todos los demás haciéndoles pensar que, si no innovan, estarán jodidos; y luego construyes un mercado estable. Necesitas un plazo de 10, 15, 20 años. Eso requerirá subvenciones. Hay que ser realista y calcular el reparto, no solo por equidad, sino porque las subvenciones solo son creíbles si el reparto es explícito. De lo contrario, la gente pensará que se lo van a quitar de nuevo. Esto es algo que los alemanes hicieron bien con la energía nuclear: construyeron un consenso colectivo en torno de ella. La industria solo se cabreó con Angela Merkel porque aceleró el programa.

eeuu es realmente el líder mundial en combustibles fósiles sofisticados. Por eso las Shell y las bp de este mundo siempre están buscando estrategias alternativas: tienen un complejo de inferioridad porque saben que Exxon es el gran papá. Las empresas estadounidenses tienen un historial de seguridad mucho mejor y son mejores que los operadores europeos a la hora de mantener con vida a sus trabajadores; también son bastante estrictas con la corrupción. Así que eeuu podría ser un gran líder en este aspecto de la transición energética, pero haría falta mucho menos rollo y un empuje más sostenido.

Nota: la versión original, en inglés, de este artículo se publicó en Dissent, 24/2/2025, disponible en https://www.dissentmagazine.or…. Traducción: Pablo Stefanoni.

  • 1.La siguiente es una transcripción editada de una conversación celebrada en The New School for Social Research, Nueva York, 26/10/2024.
  • 2.Las emisiones negativas se producen cuando se retira de la atmósfera más dióxido de carbono del que se emite [N. del E.].

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