Se buscan clientes, no talentos

Avatar del Luis Beiro
Luis Beiroluis.beiro@listindiario.com

08/06/2025

El rechazo o la indiferencia al conocimiento no llevan la carne a la sartén. Transcurren tiempos donde muchos miran con recelo a la universidad y a los profesores que se ganan la vida intentando que sus alumnos se preparen para que enfrenten el caos cotidiano con una sonrisa.

Cursé la carrera de Licenciatura en Derecho que cursé en mis años cubanos. Sus directivos no buscaban talentos, sino simpatías ideológicas. Sin embargo, me seleccionaron porque en mi juventud, todo ardía y salir de madrugada al ritmo de Patria o Muerte, era más que suficiente para ganar un carné de joven comunista. Pero ideología aparte, había algo curioso en aquella carrera: algunas asignaturas allí cursadas me persiguen aunque desde hace más de cincuenta años no vuelvo a ellas. Son lecciones que aprendí frente a páginas de Cultura Universal, Historia del Derecho Romano y Teoría del Estado y el Derecho y Economía Política.

Leí mucho. Como dicen, quemé pestañas en vez de salir a disfrutar el sabor de alcoholes y conciertos furtivos. No aprendí con alfileres esos conocimientos y no me arrepiento de ello. Hoy me sirven para mirar, al mismo tiempo, el lado claro y el lado oscuro de la vida. Me gradué con honores, pero abandoné la carrera porque no quise continuar arando en terreno baldío.

Pero en estos tiempos, la notoriedad del protagonista suele ser más importante que la noticia en sí.

Un periodista no puede olvidar las asignaturas técnicas de su profesión cursadas en el transcurso de su educación aunque encuentre en su camino bifurcaciones, yerbazales o jefes esquemáticos. Siempre rememorará aquellas materias que forjaron su cultura individual,.

Cuando converso con youtubers e influencers, les explico la noción de sabiduría que se aprende en los textos recomendados o en los exámenes con libro abierto, esos donde el estudiante tiene que ejercitar su memoria con independencia de los datos, fechas y contextos referenciales. Algunos marcan distancia. Conocen de lo que hablo, buscan fuentes inéditas y graban sus temas en videos. Otros no. Y dentro de ese juego, la lista no concuerda con el billete. Quienes dedican a este tipo de comunicación no deben disparar al aire a ver qué cazan porque a veces, el sentido de la ética no vuela tan alto. Es bueno descubrir lo valioso que hay escondido en páginas profanas. Ray Bradbury escribió “Farenheit 451” para prevenir un mundo sin libros.

En algún momento sale a la luz el fantasma de la impotencia y el clímax noticioso se desvanece para dar cabida a la manipulación: El lector de periódicos está harto de recibir noticias políticas, económicas, de anuncios publicitarios, de narcisistas, narcotrafiantes, ladrones, asesinos y magnates. Esto ha dado lugar al surgimiento de este nuevo tipo de comunicador sin escuela, capaz de captar la atención de determinada audiencia con un lenguaje distinto y una información más personal. No los critico. Pero considero que en ese rol hay mucha paja.

La virtud de eliminar la censura y la autocensura debe distinguirlos, aunque deben aprender, primero, a censurarse ellos mismos. El periodista de escuela actualizado con la lectura no le queda más remedio que afrontar como buena y válida la mutilación de su historia; mira con tristeza el rastrojo de lo que pudo ser un buen escrito.

Volviendo a los guerreros independientes, la adquisición de habilidades puede servir para cernir los ríos en busca de piedras amarillas, aunque muchas veces no aparecen.

Ciertas universidades dominicanas mantienen la carrera de comunicación social sin un pénsum atractivo, otras han suprimido las carreras de humanidades, y las menos han inventado estudios al vapor. Buscan clientes, no talentos. Y este afán de lucro ha posibilitado el surgimiento de figuras que se adueñan de una cámara para no solo difundir verdades ocultas (a veces cuestionables), sino también problemas personales, formas de vida y costumbres para desconectar del caos informativo que nos rodea, permeado aún más por los altos salarios que paga el gobierno a los comunicadores para que abandonen los pocos diarios que existen (impresos y digitales) y se unan al vocinglerismo generalizado.

Me gusta soñar. Los libros que arderán en la hoguera hoy, mañana tendrán que ser reescritos porque nadie navega por su cuenta sin una brújula en el mar bravío, ni siquiera los llamados “guerreros independientes”. Ellos saben también (aunque no lo reconozcan), lo que dijo Dante Alighieri: “a este tiempo llamarán antiguo”. El youtuber, el influencer y el periodista deben convivir como lo hacen los católicos con evangélicos, Testigos de Jehová, Adventistas del Séptimo Día, mormones y musulmanes. 


Una respuesta a “Se buscan clientes, no talentos”

  1. Nelson Pinal Borges Avatar
    Nelson Pinal Borges

    Excelente. Oportuno y muy real.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *