Humanos e hijos de Dios

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Pablo McKinney

10/06/2025

Da vergüenza iniciar una columna con la necesidad de dejar establecido que los haitianos negros y pobres son seres humanos. El papa León XIV, –peruano nacido en Chicago–, podría echarnos una mano haciendo recordar en los templos la condición humana de los pobres, aunque sean negros (muy negros), haitianos o dominicanos.

Desde el punto de vista de los derechos humanos es muy serio lo que ocurre, y es que en el país está “IN” odiar a los haitianos, lo que plantea una gran contradicción, pues queremos que sus manos siembren y construyan la nación, pero nos indignamos porque sus hijos estudian aquí, y en nuestro hospitales paren sus mujeres.

Nuestros diarios publican el número de partos de haitianas como si fuera una denuncia, obviando su aporte al PIB a través de los sectores construcción y agropecuario.

Los necesitamos hasta para cuidar a nuestros hijos, “celar” y limpiar nuestros apartamentos, pero al mismo tiempo nos preocupa verlos caminar por las ciudades, “afeando” nuestras calles con su negritud a cuestas y su pobreza al lado.

El tema haitiano ha sido la suma de todas las irresponsabilidades y oportunismos en ambos lados de la frontera. Por suerte, los sectores productivos necesitados de esa mano de obra han puesto número a sus requerimientos.

Y es que, sin importar la eficiencia y agilidad con que el BANDEX esté trabajando el tema de la financiación para la mecanización de las labores agrícolas o de la construcción, esa no es cosa de seis meses ni ocho güikén.

Por todo esto, debemos organizar la migración sin odio, xenofobia ni complejo de mulato disimulado. Nada más y nada menos que mulatos somos.

Se carnetizan los que necesitamos, se somete a la justicia a los que contraten extranjeros (“apretando” las leyes), se cancela de por vida y deshonrosamente a todo empleado del Estado, civil o militar, miembro de las mafias, y se inicia un serio programa de integración inspirado en la doctrina social de la Iglesia, el humanismo laico y la compasión budista, que entre otras tantas cosas tendrá la dulce encomienda de integrar al extranjero a nuestra sociedad y demostrarles científicamente “a quien corresponda”, que sí, que los haitianos negros y pobres –y también los dominicanos pobres y muy negros– son seres humanos. Seres humanos y hasta tanto alguna secta partidaria o religiosa demuestre lo contrario, también son hijos e hijas de Dios. 


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