LA NUEVA COLONIALIDAD EN EL SIGLO XXI

REFLEXIONES SOBRE EL CONTROL TOTAL

 Jesús María Díaz Segura

18 de mayo de 2022

El escenario asociado a la aparición de la Covid-19 registra una importante combinación entre pandemia, tecnología[1] y poder, cuya materialización preconiza el advenimiento de un mecanismo con el cual podría ensayarse una nueva forma de control total, mismo referido por algunos intelectuales de una manera diferente, lo trabajó Herbert Marcuse, en El hombre unidimensional: Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada, donde sienta la posibilidad de un hombre que se satisface con las propuestas del sistema y satisface, además, las expectativas del mismo; también Michel Faucoult, en Vigilar y castigar, donde trata las instituciones de control total: El Panóptico.

El establecimiento de una nueva forma de control total[2] se visibiliza y se preconiza con el encierro en casa y el distanciamiento físico externo (fuera del hogar, porque también podría ser fuera del país), así como la inducción del miedo "al contagio" como mecanismo de compulsión, y la justificación de que todo control es "razonable" porque apunta hacia la "protección" de la salud y la vida de las personas, pero también impacta de manera decisiva la integridad de la familia.

Con éste cuadro, decía, se regulan con percepción "solidaria" las relaciones sociales fuera de la familia y se controlan las relaciones en el seno de la misma, provocando que los y las integrantes de la familia se vuelvan extraños-cercanos o enemigos íntimos, ya que te puedes contagiar si sales, pero también te contagias si te quedas en casa por las incursiones desde fuera, tanto de quienes ahí residen pero entran y salen, como de quienes lo hacen puntual y ocasionalmente por cualquiera “válida” razón.[3]

Esto hace aflorar el contra-sentido "puro"/"perfecto" de la familia como comunidad, que debiendo representar un espacio de seguridad y protección casi absoluta para sus integrantes, pasa a representar una amenaza de todo, todas y todos contra cada uno/a, revirtiendo el sentido de seguridad comunitaria y convirtiendo la familia en espacio inseguro, amenazado, incierto, lo que podría conducir a una reacción no deseada por las autoridades: que la gente tome las calles desafiando sus peligros. Pero la intimidación por miedo y la neutralización de mecanismos institucionales habrán jugado su rol en favor de la individualización, en la validación del sujeto individual, más fácil de con-vencer y de vencer.

Es que la amenaza dentro es igual o peor que fuera, porque tendemos a protegernos del de fuera pero no de quien pertenece a la familia y esto representa una situación de anomia social doble: al interior y a lo externo de la familia, lo que ha generado una explosión libertaria desafiante que ha llevado a mucha gente, sobre todo jóvenes, a tomar las calles como escenario para la reafirmación de las libertades personales, lo cual se ha conocido como relajamiento del protocolo de protección pero que es, consciente o inconscientemente, una expresión de rechazo a la percepción de control total.

Un control con su propio protocolo de acción: nos delimitan los espacios y los tiempos en los cuales podemos juntarnos y compartir con los demás, también nos regulan las cantidades y calidades de las personas con las que podemos reunirnos, así como la duración de esas reuniones y el tipo de actividad que se lleva a cabo, bajo la justificación de que violentar el protocolo representa el riesgo capital.

Podría sugerir y ser usado como ensayo de una nueva colonización de las relaciones sociales, sería la "dependencia perfecta", aquella en la cual nos volvemos dependientes, pero con la “conciencia” de haber decidido una buena acción y el auto-reconocimiento de habernos comportado de manera responsable y solidaria: es colonización de la conciencia o la alienación como conciencia.


[1] El rol de la tecnología, especialmente de las TICs, requiere de un tratamiento particular, pues se han potenciado tremendamente, ya que han sustituido el andar en las calles por andar en las redes y han facilitado la continuación de innúmeras actividades en modalidad virtual. Pero también representan, en sí mismas, un recurso de control (y hasta persecución) total del individuo, más allá del espacio y de manera permanente. Aun encerrado, pero en contacto permanente con el mundo externo a través de las TICs, se acepta el encierro porque se tiene la sensación de estar en la calle.

[2] Esto nos recuerda el concepto de Instituciones de Control Total de Michel Foucault, trabajado en su texto Vigilar y Castigar: el panoptismo.

[3] Pero existen otras consecuencias para la familia que ameritarían otra reflexión, si bien algunas secuelas ya conocidas no son derivaciones directas de la pandemia sino que la pandemia las ha visibilizado, tal es el caso de las

separaciones de parejas y algunas manifestaciones de violencia de género.


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