El lunes 3 de julio de 2017, a las 3:18 de la tarde, un número desconocido llamó a mi celular. Al recibir la
llamada se trataba de un asistente del señor Luis Corripio Estrada (Pepín), quién quería hablar con el
suscrito.
El poderoso empresario inició la conversación, “hola soy Pepín Corripio”, – respondí: saludos, es Fausto,
como está-; bueno Fausto tu escribiste dos páginas de observaciones [1] al informe de la Comisión de
Punta Catalina, –así es señor Corripio-, respondí.
El mismo continuó diciendo: hay una alusión peyorativa a mi persona cuando dices: “En la Comisión de
Punta Catalina hay persona que son tan pobre, espiritualmente, que sólo saben hacer dinero”, en
referencia a una frase dicha al autor por el arquitecto Marcial Martínez.
Eso es una desconsideración, protestó. – En el caso del Informe sobre Punta Catalina, las conclusiones de
la Comisión han sido incorrectas-, le argüí.
El señor Pepín, invoca, “no sé la cantidad de dinero que tengo en la actualidad. Tampoco me interesa saberlo. Nadie se lleva el dinero a la tumba. Mi familia lleva 100 años trabajando. Desde niño he trabajado y todavía hoy, con 83 años cumplidos, laboro 16 horas diarias. Una vez me ofrecieron en venta la vieja fábrica de pintura Pidoca, donde obtendría beneficios por cuatro millones de dólares, pero rechacé la oferta por entender que era legal, pero éticamente no apropiado. Así he actuado en mi vida. También mis empleados cada año reciben un 25 o 30% en bonificaciones. Te informo, además, que estoy constituyendo una fundación para la familia Corripio donar su fortuna a la sociedad dominicana”. –Le dije, me parece bien ese propósito, porque hay tanta familia millonarias que no se apiadan de la desdicha de su pueblo-.
En este momento de la conversación recordé a Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la
mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.
Luego del auto presentación entró en el tema principal, el contenido de mi artículo «El fallido informe de
la licitación de Punta Catalina». A ese respecto dijo: “Tú propones cinco propuestas, y procedió a leerlas
textualmente e hizo los reparos que a su juicio estimó necesarios. Pero no mencionaste otras tres que
hizo la Comisión. Tú no leíste el informe completo.” –Le respondí, lo estudié y leí cinco veces para hacer
mis objeciones. Consideré cinco propuestas como prioritarias-.
El señor Pepín Corripio puntualizó: “he tenido problemas con los Vicini por mi posición de que los terrenos
donde se construye Punta Catalina deben ser del Estado. –Le acompañé, esa es la postura correcta-
También se refirió a que la suspensión de la empresa Odebrecht de los trabajos en Punta Catalina conlleva
una inversión de 25 o 30 millones de dólares. –Que se usen los 30 millones de dólares que adelantó la
Odebrecht por virtud del acuerdo de homologación con el Ministerio Público-, le sugerí.
Entonces, ripostó el señor Pepín, eso tiene que decidirlo el Gobierno. –La Constitución y las leyes
dominicanas son precisas en el caso que se trata y la sociedad está exigiendo transparencia, cese de la
corrupción, el fin de la impunidad-, señalé.
Bueno, Fausto, me dijo el señor Pepín, “no sé porque te llamé, no te voy a convencer –le dije, cuando se
demuestre que no hubo un sobre costo de 500 a 600 millones de dólares, como afirman los expertos
Antonio Almonte y Moreno San Juan, es posible-.
Tú pides, también, rendición de cuentas de lo que se gastó en el trabajo del informe. En mi caso yo gasté
una gran cantidad de horas-trabajo, por lo cual no recibí un centavo. –Le inquirí, se contrató una compañía
norteamericana y ese trabajo no fue gratuito. Es que se predique con el ejemplo, ¿Cuánto se gastó en la
realización del cuestionado informe?
La enérgica conversación de ambos participantes concluyó, en media hora, con las reciprocas buenas
tardes.
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