20 enero, 2025
Por Milton Olivo*

En el contexto político actual de la República Dominicana, el Partido Revolucionario Moderno (PRM) se encuentra ante un desafío crucial: garantizar su legitimidad histórica y, por ende, la continuidad en el poder. Esta cuestión no solo responde a la dinámica electoral y al respaldo de la ciudadanía, sino que también implica una reflexión profunda sobre su capacidad para transformar efectivamente el sistema y la estructura del Estado. La pregunta central de esta reflexión es: ¿Qué cambios hemos logrado realmente en la estructura de poder y la administración del Estado?
El PRM, como principal fuerza política del país, ha propuesto un discurso de cambio, renovación y modernización. Sin embargo, la verdadera legitimidad de dicho discurso no radica únicamente en su capacidad de atraer votos, sino en su capacidad para producir transformaciones tangibles y significativas que respondan a las expectativas de la sociedad. De este modo, la congruencia entre el discurso de cambio y los resultados prácticos de su gestión se convierte en un elemento crucial para la permanencia y el apoyo del partido en el poder.
El concepto de «cambio» en el ámbito político es multifacético y, a menudo, se encuentra sujeto a interpretaciones diversas. Por un lado, el cambio puede referirse a alteraciones en las políticas públicas, la implementación de reformas en áreas clave como la economía, la educación, la salud, la seguridad, entre otras. Por otro lado, el cambio puede implicar transformaciones más profundas en la estructura política, como la democratización de las instituciones, la rendición de cuentas, la transparencia en la gestión pública y la promoción de un verdadero Estado de derecho.
En este sentido, la legitimidad del PRM en el poder dependerá de su capacidad para realizar estos cambios estructurales. Si bien es cierto que durante su gestión se han implementado políticas que podrían ser consideradas transformadoras, el reto radica en consolidar estos logros y garantizar que realmente contribuyan al bienestar social y al fortalecimiento del sistema democrático.
Uno de los mayores retos que enfrenta cualquier partido político es la congruencia entre su discurso y su accionar. El PRM ha centrado su mensaje en la lucha contra la corrupción, la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos y el impulso de una economía más inclusiva. Sin embargo, para que este discurso se traduzca en legitimidad histórica, es necesario que sus acciones gubernamentales correspondan a las expectativas que han sido generadas en la sociedad.
Es aquí donde la pregunta fundamental se hace más relevante: ¿Qué cambios concretos al sistema o a la superestructura hemos realizado realmente? Si el PRM no logra dar respuesta clara y efectiva a esta cuestión, su permanencia en el poder podría verse comprometida. La población espera ver resultados tangibles que vayan más allá de los discursos o de las promesas electorales, y esta expectativa no debe subestimarse.
La legitimidad histórica de un partido político no solo se mide por sus acciones durante un mandato, sino también por la manera en que sus políticas y transformaciones perduran en el tiempo y se integran en la conciencia colectiva del pueblo. Para el PRM, la continuidad histórica en el poder dependerá de cómo logren asegurar un modelo de gobernanza que sea eficaz, justo y acorde con las necesidades de la mayoría de los ciudadanos.
En este sentido, la continuidad del apoyo electoral será, en última instancia, el reflejo de una legitimidad vivencial. El voto de los ciudadanos se basa en la percepción de que sus vidas han mejorado, que las instituciones han sido fortalecidas y que el país avanza en una dirección positiva. Si el PRM no logra satisfacer estas expectativas, el riesgo de perder dicho apoyo es inminente.
La cuestión de la legitimidad histórica del PRM y su permanencia en el poder no es simplemente una cuestión política o electoral, sino una cuestión existencial para el futuro del partido. La respuesta que den a la pregunta de qué cambios concretos hemos realizado definirá su capacidad para mantener la confianza del pueblo y asegurar su continuidad.
La vida política de un partido depende de la congruencia entre lo que promete y lo que logra, entre lo que plantea como nuevo y lo que efectivamente transforma. Por lo tanto, el futuro del PRM, en su capacidad de seguir siendo una fuerza dominante en la política nacional, dependerá en gran medida de su habilidad para responder de manera efectiva a esta cuestión existencial: ¿Qué hemos cambiado realmente?
La historia, como siempre, juzgará los resultados.
*El autor es escritor y ex precandidato a la Secretaria General Nacional -PRM
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